Recuerde:

"No existe el derecho a discriminar, discriminar no es una opinión, es un delito"

martes, 13 de septiembre de 2016

¿Vamos?


¿No les ha dado la impresión de que estamos atados por todos lados? Entre las convenciones sociales que tanto nos gusta seguir, los prejuicios, los comentarios- algunos amistosos, otros no tanto-, la familia, e incluso los límites invisibles y lenguaslargas de una ciudad pequeña o un pueblo grande, donde todo el mundo está asentado, casado, con hijos. ¿No han sentido esa voz interna que grita: what the hell is wrong with me?!

Recientemente, mi amiga y yo adoptamos la política de "Sí" a todo lo que nos apetezca hacer y probar- bueno, casi todo-.  ¿Quieres un helado? Cómetelo, ¿Quieres quedarte en casa? Quédate. ¿Quieres salir a ver esa película que acaba de estrenar y no tienes con quién? ¡Sal sola!, -y no es que a los hombres no les ocurra, es que no entiendo su compleja mente y por eso no puedo hablar con propiedad de su caso particular-.

Que alguien me explique ¿Desde cuándo es malo hacer cosas por uno mismo y sin necesidad de chaperón? Nadie quiere ser el "Forever Alone" del grupo. Estamos tan condicionadas por el qué dirán, que salir a comer sola y disfrutar de la compañía de uno mismo es un tabú: "¿Y si creen que voy en plan "levante"? ¿Me veré muy mal tomando una cerveza sola en la barra? ¿Y si me ve alguien y no entiende que quiero salir sola?” Debo confesar que en medio de alguna crisis del primer cuarto de siglo he llegado a pensar que es cierto eso de que "si un hombre ve que una mujer es demasiado independiente, se asusta y sale corriendo..." Lo sé, es triste.

Disfrutar los pequeños placeres de la vida es un instinto básico con el que no todos nacemos - aparentemente no viene instalado en nuestro procesador- pero no significa que no podamos adquirirlo. En el caso de las mujeres, salimos de la casa de los papás a la casa del marido sin haber vivido solas, la mayoría, sin saber quiénes somos y qué nos gusta. ¿Y cómo puede una persona que no sabe quién es ofrecerle algo a alguien más?

Analizada, aceptada e interiorizada la situación anterior, empecé a poner en práctica la siguiente imagen que recibí por Whatsapp:




En ejercicio de la política “¿Vamos?- ¡Vamos!” he empezado a redescubrirme, a probar cosas nuevas, leer los libros que venía aplazando, a tener un día de pechiche* personal- spa, uñas, pelo, exfoliaciones, o simplemente Netflix todo el día- ir a cine sola, comer sola, ir a un parque, disfrutar de los pájaros, tomarme selfies, salir con mis amigas y con amigos sin motivos ulteriores a simplemente pasar el rato y sobre todo a decir: "No/ no gracias/ no quiero" porque negarse a hacer cosas también hace parte de conocerse. Estoy aprendiendo a conocerme y amarme en las buenas, en las malas y en las inmundas. ¿Y saben qué? Me gusto. Definitivamente es un ejercicio que recomiendo realizar cada tanto.


En medio de un discurso de equidad de género no podemos darnos el lujo de vivir atados a antiguas costumbres, a casarnos antes de los 30 porque nos deja el tren, a no viajar porque no tengo con quién, a perder la película en cine porque nadie puede ir conmigo, o simplemente a no salir a tomarme un trago SOLA porque qué vergüenza.... Vergüenza debería darnos dejar escapar los pequeños momentos de felicidad por estar atados a otros, o negarnos las cosas que nos apasionan por temor a lo que un extraño pueda opinar...

¿Vamos? ¡Vamos! 


*Pechiche: Del costeño: Consentir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario