Recuerde:

"No existe el derecho a discriminar, discriminar no es una opinión, es un delito"

miércoles, 4 de octubre de 2017

No se acuerda el cura cuando fue sacristán

No importa cuánto estudies, no importa lo preparado que te sientas, no importa si te ha ido bien durante todo el módulo/semestre, hay materias en las que todo se define el día del parcial final, y graciosamente parece depender de la alineación de los astros.

No justifico la flojera y mucho menos la irresponsabilidad de dejarlo a la suerte, pero debo admitir -desde la perspectiva de alguien que de lunes a jueves evalúa, y viernes y sábado es evaluado- que en algún punto en la línea espacio-temporal, todo se reduce a la respuesta correcta en el momento correcto.

Y me ocurre con frecuencia que me sé las respuestas una vez ha pasado mi turno, o peor aún, no tengo ni remota idea qué quiere el profesor que le conteste.

Puedo decir que lo viví en el parcial final de este modulo: una temible evaluación oral en la que el profesor -haciendo uso de sus dotes de sabueso- oliendo el miedo, la incertidumbre y sobre todo el vacío mental, se dedicó a preguntar temas que parecían sacados de los pie de páginas de los libros. Por un instante dudé hasta de mi propia existencia, el tiempo se detuvo y las palabras insistieron en atorarse en mi boca con tal de hacerme quedar mal a cualquier costo.

Al final de esos cinco minutos de examen, -que se vuelven una eternidad para el interrogado-, uno no sabe ni qué día, ni qué hora es, si acaso no queda en un bucle de tiempo: repitiendo una y otra vez el trágico momento en el que su interlocutor escogió justo el tema que no había estudiado, y lo atacó con preguntas que eran cada vez mas extrañas. Solo queda espera que declaren la hora del deceso.

"Al cura se le olvida cuando fue sacristán" es una frase que le escucho a mi papá con frecuencia, y mi respuesta siempre ha sido la misma: "nunca he dejado de ser sacristán",  -y no creo que deje de serlo en un buen tiempo-; por lo mismo no me genera placer torturar niños inocentes, cuyos sueños y esperanzas tienen como norte convertirse algún día en profesionales de bien -creo yo-, o por lo menos, pasar la materia. 

Hoy, mas que nunca tengo la certeza de que si a uno no lo someten a enfrentar sus miedos, conocer temas hasta creerse expertos, analizar situaciones, hablar en público, improvisar, ser capaz de contestar preguntas maliciosas durante su estancia en pregrado, el día que les toque hacerlo en posgrado pueden terminar pasando el "oso" de sus vida, de esos  que uno cuenta a las siguientes generaciones, y se convierten en anécdotas familiares y motivo de burlas en los reencuentros de amigos.

El punto de esta entrada es dejar en el acta que me acordaré del profesor que dictó este modulo por siempre, y que a pesar de opiniones contrarias, soy una madre evaluando -no es cierto, tengo mucho que mejorar-. Después de tantos años he de reconocer que mi profesor de introducción al derecho tenía razón: "lo importante no es que sepa, lo importante es que convenza al profesor de que sabe".