Recuerde:

"No existe el derecho a discriminar, discriminar no es una opinión, es un delito"

jueves, 19 de abril de 2018

Lo extraordinario




Recientemente descubrí que hay personas que no creen en lo extraordinario. Encontré esta idea increíblemente depresiva, pues toda mi vida he buscado aquello impensable. Si lo extraordinario no existe, entonces, ¿para qué vivimos?


Les cuento cómo pasó: hablando con una amiga por teléfono de temas varios, me contó que su hermana menor está preocupada por ella, porque a la edad que tiene -veinte y tantos- aún no considera la idea del matrimonio; para contextualizar, mi amiga esta en este momento soltera mientras que su hermana menor tiene una pareja “estable”, además de un trabajo operativo que le alcanza para sus gastos, y está lista para comenzar una vida al lado de este hombre. Algo respetable.

Mi amiga le aclaró a su hermana que no es que no quiera casarse, sino que no quiere conformarse con el primer hombre que llegue, “puede ser un muy buen hombre – me dijo- , pero si no es lo que busco, ¿por qué he de conformarme con alguien que solo es ‘bueno’?”.

Al parecer, su hermana la culpa de su propia soledad, pues tiene muy altas expectativas con respecto a los hombres, y a la vida en general. Para su hermana, ella está pidiendo demasiado. 

Hasta la fecha, nunca había puesto en duda aquella enseñanza de mi papá de que uno siempre debe procurar lo mejor: una mejor vida, un mejor trabajo, mejores relaciones sociales y personales. Sin embargo, la conversación de hoy me sumió en la desesperación y  a la vez, en una infinita tristeza; esto último producto de la epifanía que trajo consigo: existen personas que, genuinamente, no creen en cosas extraordinarias, en amores extraordinarios, en una vida exuberante, y no me refiero al sentido económico de la palabra, sino a unos días llenos de alegría, excitación, riesgos, logros y fracasos, con muchas enseñanzas y moralejas. O, tal vez, no es que no crean en lo extraordinario, sino que creen que esas oportunidades no son para ellos. Sinceramente, están convencidos que eso es para las Kardashian y demás famosos e influencers con vidas perfectas. 

¿Estaré equivocada? ¿Estamos destinados a una vida común y poco memorable? ¿Debo conformarme con encontrar a un hombre medianamente bueno, o debo apuntar por una persona apasionada por lo que hace y por mí? ¿Debo conformarme con un trabajo que detesto, o salir a buscar y hacer aquello que me haga feliz? ¿Debo resignarme a vivir con gatos?

La respuesta a esta última pregunta es: Sí, amo a los gatos y viviré con muchos de ellos. Con respecto a las otras, hice una pequeña investigación en mi grupo social -escribí en el chat de whatsapp de mis amigas-, y como resultado de  mi exhaustiva investigación, puedo decir con un 100% de certeza que sí existen cosas extraordinarias. Merecemos una vida que valga la pena vivir.

Concluí que soy una persona extraordinaria y merezco lo mejor del mundo, pues para eso me he educado, he trabajado y me he preparado, no solo profesionalmente, sino personal y espiritualmente. E independientemente de todo aquello que podría haber logrado en mis cortos años de vida, como seres humanos que somos, merecemos vivirlo todo y al máximo.

Si usted es una de esas personas que no cree que merece algo extraordinario, mi humilde consejo es el siguiente: rodéese de personas extraordinarias,  de verdaderos amantes. Al final, ese amor por existir y no solo por subsistir se termina pegando a la piel y al alma. Y quien sabe, tal vez termine cambiando de opinión y de vida.