Recuerde:

"No existe el derecho a discriminar, discriminar no es una opinión, es un delito"

domingo, 28 de agosto de 2016

Legitimación en la Causa


Si usted hace parte del común denominador de los mortales, en algún momento de su vida se ha sentido identificado con la imagen que acompaña esta entrada, de lo contrario, solo disfrute del sufrimiento ajeno y continúe leyendo.

¿Cuál es el afán por determinar "tú y yo qué somos"? No todo el tiempo es cuestión de desesperación, y definitivamente no es una pregunta exclusiva del género femenino - no se hagan, que ustedes hombres también lo han pensado-, responde a factores internos y externos, no es  únicamente el miedo a la soledad, ganas de presentarlo(a) en la casa, restregárselo a los amigos, o evitar que siga cuestionándose nuestra sexualidad en las reuniones familiares pues, ya estamos en "edad de merecer".

El "tú y yo que somos" tiene como finalidad establecer  los límites de la relación y sobre todo qué tipo de  derechos tengo sobre "la cosa", ¿propiedad, uso, goce, disfrute?

La legitimación en la causa por activa o pasiva -en el tenebroso mundo del derecho-, es la capacidad que tiene una persona para hacerse parte en un proceso, sea como demandado - a quien le exigen-  o como demandante - quien exige-, y es que eso nos evita, en teoría, un millón de dolores de cabeza.

El aspecto  principal cuando se empieza a salir con alguien es tener claras las reglas del juego.  

El paquete incluye:
a) Besos y  Abrazos
b) Caricias y plan "arrunchis"
c) "Películas en mi casa"
d) Todas las anteriores

Eso en el ámbito personal, después viene la parte social.

Para los demás somos: 
a) Amigos 
b) Vacile 
c) Novios 
d) Ninguna de las anteriores. 

De estas  respuestas dependerá el trato que se tenga en público, porque sinceramente eso de que nos besamos, manoseamos, agarramos pero no somos nada, es una boleteada* innecesaria.

Así que, una vez establecidos los términos y condiciones podemos pasar a la siguiente etapa, aquella en la que nos comprometemos a ser fuckbuddies y jamás, jamás, jamás, jamás -creo que queda clara la idea- jamás, involucrarse emocionalmente con la otra persona, porque las cosas son más chéveres cuando no hay sentimientos de por medio que puedan -en un futuro cercano- limitar el placer.

Todo se complica cuando decidimos que al final no queremos compartir nuestro tiempo con otros - desarrollamos cierta exclusividad tácita-, y notamos que el ver a la otra persona coqueteando, sonriendo o mirando a alguien más puede llegar a arruinarnos el rato, ¿que digo el rato? ¡La semana entera!

En este punto es mejor que reconozcamos que ese pajazo mental de "nada de emociones" no nos está funcionando, y dejemos las cosas hasta ahí, o lancemos de frente la  pregunta: ¿Tú y yo qué somos? 

Porque si hay algo cierto en el complicado mundo de las interrelaciones humanas es el hecho de que sólo las parejas pueden reclamarse, sólo si adquirimos la condición de pareja obtenemos la legitimación en la causa por activa, es decir, la capacidad de exigirle a la otra parte que no sea tan Hp* y deje de coquetear con cuanto trapero con falda se le atraviesa, que deje de defender al mejor amigo que no es más que un buitre y se la quiere almorzar,  o en casos menos serios que por favor baje la tapa del inodoro, le quite los pelos al cepillo, que evite mancharle la ropa con el pintalabios, no se rasure en el lavamanos - o por consideración lo limpie-,  recuerde fechas importantes (mesiversario/aniversario/día del hombre/día de la mujer/ amor y amistad/ san valentín/ san patricio, etc.).

Lo mejor es ser conscientes de nuestras propias limitaciones. No estudié psicología, así que no tengo claro si lo que se necesita para ser "Amigos con derechos" es un alto nivel de inteligencia emocional, o simplemente tener por corazón un pedazo de hielo, lo único cierto es que si usted se da cuenta que no es capaz de separar las sábanas de los sentimientos, mientras que la otra persona parece tener todo muy bien delimitado, tome la sabia decisión de dar un paso al costado y alejarse.

Obviamente esto es más fácil decirlo que hacerlo, la mayoría de nosotros adoptamos tendencias auto-destructivas, somos atraídos por el peligro y retados por lo imposible, de ahí la mala costumbre de querer "arreglar" a quien no está dañado, e insistir fervientemente en acomodarlo a nuestros estándares.

No creo que hayamos sido enviados a este mundo a imponerle a otro nuestro estilo de vida,  y mucho menos nuestra endeble moral, lo mejor que podemos esperar es cruzarnos  con alguien capaz de compartir intereses y un poco de la visión del futuro, lo demás siempre será cuestión de suerte.

Para evitar terminar como el meme del inicio, armándose películas en la cabeza, teniendo conversaciones inútiles en las que me pregunto y me respondo, llamando a mi mejor amiga a quejarme -porque el estúpido ese no se da cuenta que yo soy el amor de su vida-, haciendo el ridículo reclamando lo que no me pertenece, y amargándome la vida mientras el otro (o la otra)  está felíz de la pelota, lo mejor es ser algo, o en definitiva, no ser nada.




*Del verbo costeño "Boletear": acción y efecto de boletearse. Actuar de manera estúpida. Ponerse en ridículo voluntariamente. Exponerse a la burla y el bembeo.
**Abreviatura de la expresión "Hijo de tu Meretriz Madre".

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